La Pasión y Muerte de Jesús explicada para niños + Versión PDF Gratis

Texto original en español de Ana María Limes Álvarez, Secretaría de Catequesis de Galicia.

La actividad pública de Jesús resultó polémica. Al principio tuvo muchos seguidores, pero poco a poco empezaron a aparecer reacciones en contra:

  • A los fariseos y doctores de la Ley no les gustaba la interpretación que Jesús hacía de las leyes judías, especialmente de la ley del sábado. También que perdonara los pecados sin exigir el cumplimiento de lo establecido para ello en la Ley.
  • Otras personas se sintieron decepcionadas porque esperaban milagros y Jesús, en cambio, les pedia la conversión de corazón.
  • Sus mismos discípulos no le comprendían de todo: Pedro no aceptaba que el Mesías tuviera que morir ejecutado; Judas lo traicionó.
  • Las autoridades judías que formaban el sanedrin veían en Jesús un peligro para sus instituciones, especialmente por sus ataques al templo de Jerusalén

Jesús sabía lo que venía

Todo esto fue creando un clima en contra de Jesús, que se hizo más tenso con su llegada a Jerusalén para celebrar la fiesta de la Pascua. Fue entonces cuando el sanedrín decidió acabar con Él. Jesús conocía las reacciones que provocaba su actividad y preveía que podían matarlo. Varias veces se lo anunció a sus discípulos. Sin embargo, no cambió su mensaje ni sus obras. Al contrario, consideraba que la muerte formaba parte de la misión que había recibido del Padre.

Jesús dio sentido a la muerte que se le venía encima, porque para él era una forma de dar vida a otros, la manera de que su tarea diese fruto. Decia que si el grano de trigo no se entierra y se pudre, no sale la espiga, no da fruto. Cuando Jesús anunciaba su muerte, hablaba también de la resurrección, porque sabía que el Padre no dejaría que todo acabase en la muerte. Eso hubiera sido dar la razón a los que querían matarlo.

La Última Cena y el Don de la Eucaristía

Jesús subió a Jerusalén para celebrar la fiesta de la Pascua con sus discípulos. El rito judío de la Pascua incluía una cena familiar en la que se pronunciaban unas oraciones.

Jesús aprovecha este contexto para realizar un signo de gran trascendencia. Teniendo cercana su muerte, bendijo y repartió entre los comensales el pan y el vino diciendo que ese pan y ese vino eran su cuerpo y su sangre. Y, al igual que ahora se los daba para que comiesen y bebiesen, Él iba a entregar su cuerpo y su sangre para que fuesen alimento y salvación de todos los hombres.

Esta entrega inauguraba una nueva alianza, una relación nueva entre Dios y los hombres, mucho más perfecta y más plena que la realizada entre Dios y el pueblo de Israel. Los discípulos deberían repetir, en adelante, este signo de bendecir y repartir el pan y el vino. De esa manera, Jesús estaría realmente presente entre ellos entregándoles su vida. Así, los efectos salvadores de su muerte se prolongarían a lo largo de toda la historia. Con este gesto sencillo, pero lleno de contenido, nace la Eucaristía.

Terminada la cena, el grupo salió a las afueras de Jerusalén. Jesús se puso a rezar. Fue una oración llena de sufrimiento porque veía lo que le esperaba. Sin embargo, aceptó la voluntad del Padre como siempre habia hecho. Mientras tanto, los discípulos dormían, y cuando Jesús fue arrestado todos huyeron.

El arresto y juicio de Jesús

Terminada la cena, el grupo salió a las afueras de Jerusalén. Jesús se puso a rezar. Fue una oración llena de sufrimiento porque veía lo que le esperaba. Sin embargo, aceptó la voluntad del Padre como siempre habia hecho. Mientras tanto, los discípulos dormían, y cuando Jesús fue arrestado todos huyeron.

Jesús fue conducido ante la máxima autoridad religiosa del pueblo judío: el sanedrín, presidido por el sumo sacerdote. Allí las acusaciones fueron de tipo religioso: se le acusaba de haber hablado en contra del templo. Pero lo que decidió su condena a muerte fue que Jesús dijese públicamente ser el Mesías enviado por Dios. A los ojos de todos, estaba blasfemando y, según la ley judía, la blasfemia se condenaba con la muerte.

Luego, las autoridades judías, llevaron a Jesús ante Poncio Pilato, el gobernador romano, por dos motivos:

  1. Preferían que fuese la autoridad romana, y no ellos, quien apareciese ante el pueblo como responsable de la muerte de Jesús.
  2. Era una forma de estar a buenas con los romanos, puesto que entregándoles a Jesús hacían ver que reconocian su autoridad política.

El juicio ante Pilato es distinto del realizado ante el Sanedrín. Se acusa a Jesús de proclamarse rey de los judíos. Es una acusación de tipo político, ya que le hacía aparecer ante los romanos como un agitador que ponía en peligro el orden político.

Pilato lo condenó a morir crucificado, que era la ejecución reservada a los criminales peligrosos y a los miembros de las clases sociales inferiores. Tanto en un juicio como en otro, a Jesús se le condena en nombre de la ley y el orden.

La Crucifixión de Jesús

Jesús fue sometido a las torturas habituales en estos casos: azotes, palizas, burlas, etc. Fue crucificado fuera de las murallas de Jerusalén junto con otros dos. A los ojos de sus enemigos, y también de muchos de sus seguidores, aparecía como un fracasado.

Jesús, antes de morir, hizo algo importante: entregó a María como madre al discípulo amado, y a éste como hijo a María. Desde entonces, María se convirtió en madre de todos los discípulos de Jesús. La fidelidad de Jesús al cumplimiento de la voluntad del Padre convierte su muerte en un acontecimiento salvinco para toda la humanidad.

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